ESCALADA ALPAMAYO
Clément Bublot, su hermano pequeño y un amigo volaron a Perú para cumplir uno de sus sueños: escalar el Alpamayo (5947 m) y el Quitaraju (6040 m).
Tardaron toda una temporada en preparar su reto, que incluía trote, escalada en hielo, barrancos y cumbres de alta montaña. Un repaso a una aventura excepcional en Sudamérica.
LLEGADA A PERÚ Y ACLIMATACIÓN
Tras 24 horas de viaje, Clément, Théophile y Alban llegan a Huaraz, ciudad situada en la parte central de los Andes peruanos, a más de 3.000 metros de altitud. Comienza entonces la fase de aclimatación necesaria para este tipo de ascensiones.
Se prolongó durante 8 días antes del inicio de la ascensión.
Cada día, los tres franceses se desplazaban a distintos lagos situados a diferentes altitudes (unos 4.400 metros) para pasar la noche, con el fin de aclimatar sus cuerpos a la falta de oxígeno. Durmiendo en pequeñas cabañas o bajo las estrellas, sus sacos de dormir se cubren sistemáticamente de escarcha. Cada día regresan a las llanuras para reponer provisiones y prepararse para la siguiente fase de aclimatación.
El tiempo fue en general favorable, salvo una tarde en la que estalló una tormenta: "Estábamos lejos de cualquier refugio y sólo teníamos una pequeña lona para protegernos. En cuanto empezó a caer granizo, extendimos la lona sobre nosotros y esperamos a que se calmara el tiempo mientras disfrutábamos de una deliciosa salchicha francesa de Beaufort. Al cabo de un rato, una tregua en el tiempo nos permitió continuar nuestro viaje hasta el siguiente lago para pasar la noche. Los chubascos se sucedieron y el trillado protocolo volvió a ponerse en marcha: desplegar la lona, refugiarse, sacar la salchicha, esperar la tregua, volver a plegar la lona y ponerse en marcha, hasta el siguiente chaparrón. Ese día avanzamos muy lentamente.
"Durante esta fase de adaptación, la altitud se hace sentir con fuerza; la disnea se hace presente al menor esfuerzo".
Tras 6 días de aclimatación a través de sus caminatas diarias, los franceses escalaron su primera cumbre "fácil", completando su aclimatación frente a la Cordillera Blanca cubierta de nieve.
A veces, lo más difícil no es la caminata... Encontrar los colectivos adecuados (transporte público peruano) que les lleven al punto de partida de la caminata de aproximación sin hablar una palabra de español parece ser un calvario. A pesar de los imprevistos, el 30 de julio escalaron su primer pico peruano, el Ishinca (5530 m), y se prepararon para la ascensión del Alpamayo y el Quitaraju.
LA ÚLTIMA ETAPA: SUBIR ALPAMAYO Y QUITARAJU
Para las dos cumbres que piensan domar, los franceses cuentan con un buen apoyo: dos porteadores, un cocinero, dos guías y burros para transportar el equipo. Bebieron mate de coca durante todo el día, un té de hojas de coca que hidrata y combate el mal de altura.
La aproximación a las cumbres se realiza en varias etapas: Cashampa - Llamac y Llamac , respectivamente un campo base y un campo base - campo alto. El resto de la aventura se dedica a escalar el Alpamayo.
Despertarse a medianoche fue casi un alivio, ya que el viento no dejaba de azotar la tienda: "Salimos rápidamente y enseguida nos dimos cuenta de que el frío sería difícil de soportar. Desde el rimaye, hicimos largos hasta la cumbre (8 o 9 largos de 65m), y la espera en la estación de relevo fue un calvario de frío. Hacía alrededor de -15°C y el viento lo hacía sentir aún más frío. Afortunadamente avanzamos rápido y a las 7.30 ya estábamos todos en la cumbre.
Tras un día de descanso, Clément, Théophile y Alban emprendieron la última ascensión del viaje: Quitaraju. Se repitió el escenario anterior: salida en plena noche, frío, un largo tras otro y, finalmente, el majestuoso amanecer al llegar a la cumbre.
Por desgracia, el espectáculo duró poco. Como la cara está orientada al sur, la nieve se ablanda rápidamente y los rápeles (que se hacen con bastones de nieve) se vuelven peligrosos. Los ocho rápeles, de 70 m cada uno, parecían interminables. Así que los alpinistas franceses llegaron con alivio al campamento alto y luego al campamento base.
Durante esta expedición, los tres franceses tuvieron que hacer frente al accidente mortal de otro francés, que se había caído mientras cruzaba el rimaye en el último rápel. A pesar de la intervención de los servicios de emergencia, la víctima sucumbió a sus numerosas fracturas. Para Clément, "este episodio nos hizo reflexionar a todos sobre la montaña y los riesgos que estábamos dispuestos a correr en esta expedición".
EL RETORNO
A pesar de las muchas vueltas y revueltas de su aventura, Clément, Théophile y Alban regresaron a Francia con estrellas en los ojos y un increíble sentimiento de orgullo. En cuanto a los 75 paquetes de mate de coca que trajeron, se quedaron atascados en la aduana, ya que sus propiedades terapéuticas aún no están reconocidas en Francia.
Cairn acompañó a estos tres aventureros equipándoles con dos pares de gafas de sol. Un modelo para alpinismo, el RIVER POLARIZED, y otro más adecuado para la fase de aclimatación. También se llevaron las gafas de esquí GRAVITY, que pudieron probar en condiciones extremas.