CRUZANDO EL SAREK
CRUZANDO EL SAREK
Atravesar tierras hostiles, lejos de la civilización, con total autonomía pero también en grupo, es un viaje épico lleno de enseñanzas.
Bien protegidos por nuestro equipo Cairn, nuestros 6 oficiales de Saint Cyr, todos ellos entusiastas de la montaña, nos cuentan su expedición al corazón de esta tierra salvaje.
EXPLORANDO EL SAREK
El Sarek, justo en el centro de Laponia, no se llama "la zona natural más hermosa de Suecia" por nada. Es la zona más montañosa de Suecia, con 19 picos de más de 1.900 m y más de 2.000 km². Acoge a un número muy limitado de visitantes, por lo que pronto te sentirás muy aislado y encantado por la grandeza de la naturaleza.
Nuestro objetivo: cruzar el Sarek, uniendo Saltoluokta al este y el pueblo de Ratsem al noroeste. Casi 150 km de total autonomía, en la nieve y con importantes desniveles, ¡necesitarás ropa de abrigo y no olvides los guantes y el gorro de esquí!
EL EQUIPO FINE
Somos 6 oficiales de la Ecole Spéciale de Saint Cyr de entre 20 y 23 años, (de derecha a izquierda: Ralf, Alban, Clément, Quentin, Thomas; abajo, Loic y Adrien. Szolt, nuestro guía, se había hecho fotógrafo y está detrás de la cámara), entusiastas de la montaña con ganas de desafíos, acompañados por Ralf Graf, un soldado alemán, y Zsolt Osztian, ¡nuestro guía de alta montaña!
Por su dificultad de acceso, pero también por el cambio de aires que supone, quisimos afrontar juntos este reto. Para ello, nos sometimos a un riguroso entrenamiento en las montañas francesas, entre los Alpes y el Jura, con el fin de prepararnos lo mejor posible para este entorno. Así que llegamos a Laponia preparados física y mentalmente.
VIDA EN GRUPO: UN GRAN AMBIENTE
A todos nos apasiona la montaña y hemos desarrollado un verdadero sentimiento de cohesión de grupo.
La solidaridad fue una verdadera fuerza y el deseo de descubrir este entorno una motivación inagotable.
El espíritu colectivo contribuyó claramente al éxito de la travesía: cada miembro dio lo mejor de sí mismo, la solidaridad estuvo siempre presente y el buen ambiente nos acompañó de principio a fin.
Más que un grupo de escaladores, ¡éramos un verdadero grupo de amigos!
UN VIAJE EXTRAORDINARIO
Una de las cosas que más nos impresionó a nuestra llegada fue la inmensidad de este territorio, la sensación de estar realmente aislados de todo, incomunicados con el mundo y cuando ni siquiera nuestro teléfono por satélite recibía correctamente sin posibilidad de llamada, ilustraba totalmente el aislamiento del Sarek.
Cada ascensión a un collado, aunque difícil, nos ofrecía imágenes magníficas.
Y cuando por fin llegamos a la cima, ¡nos regalaron imágenes que nunca olvidaremos! Imagínense montañas nevadas hasta donde alcanzaba la vista, como un desierto de nieve por encima de las nubes: ¡era realmente fantástico!
Otra cosa que nos impresionó mucho en este viaje fue la relación entre las distancias.
Las llanuras son tan vastas y abiertas que, con la capa de nieve, teníamos la impresión de que los puertos estaban a sólo unos cientos de metros, mientras que a veces tardábamos 30 o incluso 45 minutos en llegar a la base.
Por último, para los que sigan pensando que no se puede quemar uno con el sol en la nieve, perdidos en este océano de nieve, es mejor llevar crema solar y gafas de sol.
CONOZCA AL SAREK
Aunque llevábamos varios meses bien preparados para esta travesía, la brutal confrontación con este entorno no fue fácil y nos exigió una rápida adaptación. Recordaremos nuestro primer día en el Sarek durante mucho tiempo.
El día empezó bien a las 8 de la mañana, cuando partimos en moto de nieve desde nuestra casa rural de Saltoluokta hacia la entrada del Sarek. Tras 2 horas de viaje, nuestros conductores nos desearon buena suerte y regresaron a Saltoluokta mientras preparábamos nuestro equipo.
Por fin, a las 11 de la mañana, nuestras pulkas estaban listas y nos pusimos en marcha para recorrer nuestros primeros kilómetros en el Sarek, hasta el primer vivac. Mientras todo el mundo estaba montando sus tiendas, oímos un sonido como de metal chocando contra metal, seguido de un gruñido humano. Era Ralf, que se había roto un diente con una estaca mientras montaba su tienda. La estaca se había soltado a causa del frío y le había saltado en la cara.
Después de comer y montar el campamento, partimos hacia nuestra primera ascensión: el monte Spijka (1000 m de ascenso y 15 km de distancia). Una vez que llegamos a la cumbre, estábamos completamente atrapados en la niebla, hacía frío y teníamos muy poca visibilidad. Como la niebla se intensificaba, teníamos que volver rápidamente al campamento. Nos calzamos los esquís e iniciamos el descenso, salvo que en cuanto doblamos la primera curva uno de nosotros se cayó... era Ralf, al que le habían fallado las fijaciones en los primeros minutos... Claramente, no era su día... S'en
Al llegar por fin al campamento, uno de nuestros compañeros se dio cuenta de que la funda de su pulka se había volado con el viento. Él y Quentin empezaron la búsqueda, mientras los demás derretían nieve y preparaban la comida.
Al final, Quentin y Loïc no encontraron la lona, pero se cruzaron con algunos lobos por el camino. Ni que decir tiene que no tardaron mucho en volver.
Esta complicada jornada nos puso claramente a tono y nos sirvió de lección para el resto de la travesía.
UNA EXPERIENCIA ÚNICA
Ha sido una travesía única. Hemos salido de ella con la cabeza llena de imágenes, pero también con algunas lecciones valiosas, como la solidaridad, la ayuda mutua y la importancia de una buena preparación.
Toda una serie de lecciones que podemos aplicar a diario, para que cada día sea para nosotros como la travesía del Sarek, una aventura de éxito.